"C'est un vin rare dont les prix sur les millésimes anciens s'envolent (280 euros pour le 99 et le double pour le 95 chez Ligier à Bs Aires)"
Acá se necesita una aclaración.
El Angelica 99 vale no más de €40 (160 Pesos)en supermercados en el interior del país.
Precio de los Catena Zapata
Parece que el codigo no funciona por aqui:
www.virtualwines.com...
La Vinoteca Ligier es un deservicio al vino argentino.
Sigue una citación de El Foro del Vino que cuenta quienes son estos "voleurs":
"Hoy me referiré a Ligier, vinoteca deplorable que asumo mal asesorada o manejada por ignorantes en materia de vinos, porque no quiero pensar mal. Acumula botellas decrépitas de jugos avinagrados y decadentes que pretende vender a precio de oro líquido. Una vergüenza.
Si Usted es consumidor, evite a Ligier como a la peste bubónica. Los vinos "guardados" que exhiben están casi todos en pésimo estado, ya que no son de guarda ni han sido bien guardados. Y los vinos "frescos" se consiguen todos –sin excepción– en otros lugares, casi siempre al mismo precio o más baratos.
Si Usted trabaja en Ligier, imprima este mensaje y hágaselo llegar a sus jefes. Pregúnteles qué opinan y diviértase un rato. Después, cuéntenos.
Abajo vuelco algunas comparaciones entre Ligier y comerciantes de países supuestamente más caros que la Argentina. Las comparaciones, que pueden resultar grotescas, nos dan una noción de la magnitud de la desubicación de esta vinotequita. E ilustran muy claramente lo usurero, paupérrimo y hostil que es el mercado local de vinos hacia los consumidores que –cargando parte de la culpa– lo sostienen. Tómese un calmante y siga leyendo.
En Ligier de Buenos Aires, por $200, se puede comprar una botella de Tikal Patriota 2003. En Sam's Wines & Spirits de Chicago, por el mismo precio, se lleva tres botellas del mismo vino y le dan vuelto.
En Ligier de Buenos Aires, por $400, se puede comprar una botella de Norton Malbec 1979 (el más común, básico y pedorro, y claramente no diseñado ni apto para la guarda) o una botella de San Pedro de Yacochuya 1998 (que he probado y está decrépito). En Albany Vintners de Londres, por el mismo precio, se lleva dos botellas de Le Vieux Donjon Châteauneuf-du-Pape 1998 (97 puntos Wine Spectator, apogeo estimado del 2005 al 2020). Y le sobra suficiente plata para una botella de Achával Ferrer Quimera 2003, para hacer buches, y para que el Ministro Viglianco enjuague el decantador.
En Ligier de Buenos Aires, por $500, se puede comprar una botella de Finca Flichman Cabernet Sauvignon Caballero de la Cepa 1988 (no muy lejos de cumplir veinte añitos, linda edad para mi novia, pero no para un vino común) o una botella de Yacochuya 1999 (que aunque algunos creen que hoy está formidable, apenas está aguantando). En Albany Vintners de Londres, por el mismo precio, se lleva una botella de Château Mouton-Rothschild 1988 (100 puntitos Wine Spectator, apogeo estimado del 2000 al 2010). Y le sobra suficiente plata para una botella de Altosur Sauvignon Blanc 2005 para glasear las salchichas.
En Ligier de Buenos Aires, por $550, se puede comprar una botella de Achával Ferrer Malbec-Cabernet Sauvignon-Merlot 2000 (que probé en diciembre y estaba en plena decadencia). Por el mismo precio, puede comprar una botella de Domenico Clerico Barolo Percristina 2000 (100 puntos Wine Spectator) en Trimani de Roma y una botella de Bruno Rocca Barbaresco Rabajà 2000 (97 puntos Wine Spectator) en Fine & Rare Wines de Londres. Y le queda plata para una botella de Norton Cosecha Especial, para bautizar el velero. Si no quiere viajar a Roma y Londres, puede llamar al Sr. Pablo Kelzi al 0800 777 47487. La suma en cuestión le alcanza –y sobra– para que le mande a su casa un Avignonesi Toro Desiderio 1999 (93 puntos WS) y un Fontodi Case Via 1999 (91 puntos WS), dos supertoscanos que le permitirán saber, respectivamente, lo que son un Merlot y un Syrah bien logrados y con larga vida por delante.
En Ligier de Buenos Aires, por $600, se puede comprar una botella de San Telmo Cabernet Sauvignon 1981 (sí Señor, leyó bien, el mismo San Telmo mediocrón que conoce, pero elaborado con tecnología de hace 25 años). En The Vintage House de Londres, por el mismo precio, se lleva una botella de Penfolds Grange 1998 (con amplio predominio de Syrah, 99 puntos Wine Spectator), uno de los mejores vinos tintos de Australia y del mundo. Y encima le sobra algo de plata.
En Ligier de Buenos Aires, por $700, se puede comprar una botella de Luigi Bosca Malbec 1988. En Sam's Wines & Spirits de Chicago, la misma plata le alcanza justo para tres botellas de Clos Mogador Priorat 2001 (95 puntos Wine Spectator). ¿Qué le parece?
En Ligier de Buenos Aires, por $800, se puede comprar una botella de Luigi Bosca Cabernet Sauvignon 1985 o una botella de Finca La Anita Cabernet Sauvignon 1994. En Blackwell's Wines & Spirits de San Francisco, la misma suma le alcanza para dos botellas de Caymus Cabernet Sauvignon Napa Valley Special Selection 2001 (95 puntos Wine Spectator), y así prueba un Cabernet en serio. Si Usted es de esos argentinos inexplicable, rabiosa y envidiosamente anti-norteamericanos, y decidió boicotear los productos de dicho origen, puede llamar al 0800 777 47487 (¡la llamada es gratarola!). Por menos dinero aún, el Sr. Kelzi le manda a su casa dos botellas de Fattoria di Felsina Cabernet Sauvignon Maestro Raro 1997 (95 puntos Wine Spectator), y así prueba un Cabernet italiano (un supertoscano) intenso, elegante y formidable, con diez años –por lo menos– de voluptuosa vida por delante. Y todavía le sobra plata para ir al cine con su pareja, balde de pochoclo y bebidas incluidos.
Pasando a los precios de cuatro cifras, en Ligier de Buenos Aires, por $1.000, se puede comprar una botella de Santa Ana Ánfora Rojo (vino baratieri sin cosecha, aunque en Ligier pregonan, como si fuera gran cosa, que es de 1978). Vaya y vea el estado calamitoso de esas botellas amorfas y el aspecto vomitivo del líquido clarucho y vetusto que hay dentro. También por $1000, en Ligier puede adquirir –vea qué ganga– una botella de Weinert Cabernet Sauvignon 1977 o de Weinert Merlot 1980. The Antique Wine Company de Londres, por el mismo precio, le da una botella de Château Latour 1995 (94 puntos WS) y una botella de Château Latour à Pomerol 1998 (94 puntos WS), ejemplos de vinos bien hechitos, con predominio de Cabernet Sauvignon y Merlot, respectivamente. Y en vez de un único vejestorio decrépito con aromas fétidos, como suelen ser los vinos que excreta Weinert, se toma no uno sino dos que son de lo mejorcito en el mundo. Encima, le sobra dinero para un Rutini Apartado 2001 (vino argentino finoli de casi 200 mangos), para las gárgaras matutinas de su suegra.
En Ligier de Buenos Aires, por $1.500, se puede comprar una botella de Weinert Cabernet Sauvignon Estrella 1979 (no sé qué significa la estrellita amarilla pálida y desteñida; desconfío de esta bodega y de sus vinos pasados de olor a podrido) o una botella de Nieto Senetiner Syrah Cadus 1996 (probado hace aproximadamente un año y más muerto que Asurbanipal). En Fine & Rare Wines de Londres, por el mismo precio, le dan nada menos que cuatro botellas de Ornellaia 1998 (96 puntos WS), un supertoscano delicioso y muy longevo, mezcla de Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc, que no para de mejorar en botella, elegido Vino del Año por Wine Spectator en 2001.
En Ligier de Buenos Aires, por $1.700, se puede comprar una botella de Catena Zapata Estiba Reservada 1993 (vino hoy improbablemente mejor que apenas tomable). En Comptoir des Vignobles, en el pintoresco pueblito de Saint-Émilion, cerca de Bordeaux, por la misma suma se lleva dos botellas de Léoville Las Cases 2000 (100 puntos WS) más tres botellas de Château Lagrange 2000 (93 puntos WS), dos vinos para guardar y explorar por muchos años; y le sobra plata.
En Ligier de Buenos Aires, por $1.800, se puede comprar una botella de Trapiche Medalla 1983. En Licata, una vinoteca en Bélgica, la misma suma compra una caja de doce botellas del formidable supertoscano Petrolo Galatrona 2003 (96 puntos WS), un Merlot que, según dicen, está a la altura de los legendarios Ornellaia Masseto y Château Pétrus, dos Merlots colosales de Toscana y Bordeaux, respectivamente.
En Ligier de Buenos Aires, por $2.000, se puede comprar una botella de Weinert Malbec Estrella 1977 (mítico vino nacional que no he tenido el gusto de catar). Sin embargo en otras latitudes, por sumas similares o menores, uno puede acceder a otros vinos que –no sé a Usted– a mí me dan más ganas de descorchar que el Weinert en cuestión. Por ejemplo, en Veritas Wines de Cambridge, se compra una botella de Château Pétrus 1993 (legendario Merlot de Pomerol, 95 puntos WS), y le sobra plata para un Yacochuya 2002, perfecto para flambear los panqueques. En Cave BB de Zurich, se compra una botella de Château Margaux 1990 (elegantísimo y emblemático corte bordelés, 98 puntos WS), y le sobra plata para dos botellas de Angélica Zapata Malbec Alta 2001. En The Antique Wine Company de Londres, se compra una botella de Domaine de la Romanée-Conti La Tâche 1995 (emblemático Pinot Noir de la Borgoña, 95 puntos WS), y le sobra plata para una botella de Cobos Malbec 2003. En Fine & Rare Wines de Londres, se compra dos botellas de Claude Dugat Gevrey-Chambertin Premier Cru 1996 (exquisito Pinot Noir de la Borgoña, 94 puntos WS), y le sobra plata para dos botellas de Cheval des Andes 2002 y una de Val de Flores 2003. En Paul Ullrich de Basilea, se compra una docena de botellas de De Trafford Shiraz 2001 (ascendente Syrah sudafricano, 94 puntos WS), y le sobra plata para tres botellas de Colomé Estate 2003.
En Ligier de Buenos Aires, por $2.500, se puede comprar una botella de Catena Zapata Estiba Reservada 1991 (que por mejor que haya sido, dudo que esté, siquiera, agradable). Por apenas 50 dólares más, Enosardegna.com le envía a cualquier parte de Italia una vertical de Ornellaia Masseto, abarcando las cosechas 1998 (96 puntos WS), 1999 (95 puntos WS) y 2001 (100 puntos WS). Pero si trae las botellas a la Argentina, le devuelven el IVA, y termina pagando bastante menos. Digamos que la diferencia le alcanza holgadita para cuatro Mora Negra 2003 y un Clos de Los Siete 2004, perfectos para los hongos saltados al vino tinto. Y, después de tomar los Massetos, me cuenta qué opina de la irracional mala fama que le dio al Merlot el personaje central de "Entre Copas".
Así es el mercado que nos toca vivir como amantes del vino en esta ciudad que creía privilegiada y cosmopolita, incluso con un dólar artificialmente inflado que mitiga las atroces diferencias con el resto del mundo."